
Título Original: The Martian Chronicles.
Autor: Ray Bradbury.
Año de publicación: 1946.
Género: Ciencia Ficción.
Ésta es la primera reseña de un libro publicada en este blog, y aunque ya había hablado de libros ante, no los había maneja en estilo reseña, como suelo hace con las películas y series que veo. Tenía tiempo queriendo leer novelas pues hacía mucho que no leía nada, así que espero que las reseñas literarias se vuelven algo más común en este espacio, aunque tampoco serán tan constantes, pues el anime y las películas siempre van a ser lo principal.
Crónicas Marcianas es un libro que nos narra, a partir de diferentes historias individuales, la colonización por parte de los humanos del planeta Marte, así como el destino que tanto sus habitantes originales como nuestra especie sufrieron debido a la bélica naturaleza humana. Las historias se conectan en algunos personajes o eventos y están en orden cronológico, narrándonos desde la primera expedición a Marte hasta la gran empresa colonizadora con la llegada de ciento de miles de humanos. La narración inicia en 1999 con la primera expedición y concluye hasta 2026.
En un principio la historia nos narra los eventos desde una perspectiva marciana, luego la vemos desde el punto de vista de los colonizadores. Las primeras misiones al planeta vecino sufren reveces a causa de los marcianos, quienes al final se ven mermados por la llegada de tantas personas a su mundo. Los extraterrestres son mostrados en un principio como seres pacíficos, luego como psicópatas y locos telépatas y al final como una raza mítica en extinción, mientras que a los humanos los inicias viendo como las pobres víctimas de las trampas marcianas pero al final los terminas odiando debido a su comportamiento destructivo.
Si bien el libro es de Ciencia Ficción y viajes espaciales, no es una Space Opera, es básicamente Ciencia Ficción Social pues hace una brutal crítica a muchos aspectos de humanidad, como su poca capacidad para aceptar lo que es diferente, su ambición por poseer cosas y ganar dinero, su desinterés por las culturas e historia ajena, la desconfianza en el prójimo reflejada en los mecanismos burocráticos ideados para coartar las libertades (sobre todo la de pensamiento), su afán por la guerra y la destrucción, su desapego a la naturaleza pero su afán por regresar a esta y, quizás el aspecto más importante que ha permitido el desarrollo de muchos géneros de ficción, su deseo de explorar. Esa naturaleza nómada del humano hacen que este libro sea el claro ejemplo de que la Ciencia Ficción de temática espacial (y con más razón el Space Opera) no sea otra cosa que un Western, púes muchas veces parecía que el viaje al planeta rojo era en realidad un viaje al viejo oeste.
Al leer la novela encontré muchos elementos que se han convertido en referencias clásicas de la Ciencia Ficción y que han sido usadas no sólo en otras novelas, sino en el cine, la televisión e incluso el anime. Como las historias van cambiado de locaciones y personajes tenemos una gran variedad de eventos, hay capítulos muy locos y otros con inesperados giros argumentales que en ocasiones resultan predecibles, pero no por sean obvios, sino porque quizás ya los hayas visto en alguna otra historia como referencia. Al menos a mí me pasó así.
Algo que me interesó particularmente fue que en la mayoría de las primeras expediciones siempre había, dentro de la tripulación, un arqueólogo, que sería en encargado de estudiar los restos de la cultura marciana. La presencia del arqueólogo, más que por su labor como investigador, considero que es debido al interés que Bradbury tenía de dejar en claro esa parte crítica a la sociedad, pues si no somos capaces de preservar y respetar las diferencias culturales entre nuestra especie, menos con la de seres de otro planeta. Aunque los seres de otro planeta en realidad son una alusión al extranjero, y el odio y miedo que algunos humanos les tenían no era otra cosa que xenofobia y racismo.
Uno de estos arqueólogos, Spender, fue de mis personajes favoritos, pues es el primero que comprende lo que provocará en el planeta la masiva migración de humanos que eventualmente llegará a Marte si su expedición tenía éxito. Digamos que él pudo prever lo que el capitalismo depredador le iba a provocar al planeta rojo, que no es otra cosa que lo que pasa en las regiones naturales cuando la industria llega para explotar sus recursos, acabando no sólo con flora y fauna, sino con el modo de vida de la población local y con ello con gran parte de su cultura e historia.
Al parecer, a diferencia de los humanos, los marcianos había logrado el equilibrio perfecto entre ciencia, religión y naturaleza, logrando vivir en equidad entre ellos y su medio ambiente. Marte representaba pues esa utopía social, desafortunadamente extinta debido a los intereses empresariales. Aunque por otro lado, Marte era también una oportunidad para empezar de cero, hacer una nueva vida y dejar en la Tierra los errores cometidos como humanos, algo que fue muy similar para los europeos, y en su tiempo los primeros colonos norteamericanos, cuando se empezaron a descubrir nuevas tierra hacia el oeste.
La gente se fue a Marte escapando de los males de la Tierra, pero eventualmente las personas llevaron esos males a Marte y empezaron a recrear todo aquello de lo que habían escapado. Los librepensadores volvía a ser perseguidos y la burocracia, que no es otra cosa que la institucionalización sistematizada de la desconfianza, terminó por acabar con los suelo de esos nuevos pioneros.
Retomando esa esencia western, no sé si fuese a propósito o simplemente por la época en que fue publicado el libro, pero las descripciones de las ciudades que construyen los humanos en Marte me remiten muchos a las casas de los pioneros o a las casas del medio oeste de hace un par de siglos. Aunque por momentos la obra luce más actual, con problemas como la segregación racial de los años 60 (que es mostrada en aquel capítulo donde todos los negros huyen de la Tierra), la expansión industrial o la automatización de todo.
También hay un espacio para la ecología, como el capítulo del tipo que plantaba árboles, o para lo sobrenatural y metafísicos, como aquel capítulo donde un humano y un marciano se encuentran y no pueden tocarse, pues para uno el otro es como un fantasma. Otros capítulos son más misteriosos y distópicos, incluso rozan el Thriller, con referencias a Edgar Allan Poe y a lo que eventualmente se convertiría en Farenheit 451.
Otro aspecto interesante y que se relaciona con su género de Ciencia Ficción, además de que fue uno de mis capítulos favoritos, es el de la tecnología. En el penúltimo capítulo vemos la destrucción de una casa completamente automatizada, luego que sus habitantes desaparecieran a causa, seguramente, de la guerra. La casa mantenía la rutina diaria para la que fue programada hasta que un incendio acaba con todo. Siendo honesto me pareció muy triste leer la destrucción de ese lugar, pese a que no hubo personajes humanos ni marcianos fue triste leer como aquella casa abandonada terminó sus días, su soledad acabó cuando aquella rutina que permanecía más por inercia que por otra cosa no puso sofocar las llamas. Y además de la nostalgia, la automatización de la casa me resultó interesante, pues es algo que ya podemos ver hoy en día pero que debió ser muy futurista en su tiempo, como los ratones mecánicos que hacían la limpieza o las ratas de agua que no lograron apagar el incendio y que resultan muy similares a las aspiradoras robot que algunas casas tienen hoy en día.
El libro es una crítica a la voracidad humana y su afán por obtener recursos sin importar la destrucción que ello conlleve bajo el pretexto de expandir y llevar la civilización a donde lo la hay. En general debo decir que varios capítulos me hicieron odiar a los humanos pues cada crónica aborda un aspecto de la personalidad humana, como su alma viajera, su afán de conocimiento, su odio y temor irracional a lo que es diferente, su inevitable afán depredador e incluso su incapacidad para sobrellevar la soledad.
Sin duda un libro maravilloso que te permitirá reflexionar sobre por qué el humano siempre termina destruyendo todo lo que toca, talándolo y moldeándolo a fin de poder obtener un valor en lugar de apreciarlo por su belleza natural. El final es bueno, algo nostálgico, sobre todo ese penúltimo capítulo, y te deja pensando sobre si será verdad que a donde sea que vaya nuestra especie, así sea al más recóndito confín del universo, llevará con ella los vicios y temores que inevitablemente provocarán su extinción.
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