
La Geoficción puede definirse de dos formas: (1) como el acto de dibujar mapas, planos, croquis o planisferios de lugares fantásticos e inexistentes, y (2) como la acción de estudiar y analizar lugares ficticios a partir de los postulados teóricos y la metodología usada por la Geografía.
La primera definición es la más común y es frecuente verla en libros de fantasía que son acompaños con ilustraciones que muestran el lugar donde transcurre la historia, así como en mapas hechos por aficionados y jugadores de distintos juegos de plataforma, como Calabozos y Dragones. Algunas de las obras literarias cuyos mapas son tan famosos como las historias de las que surgen son: la Tierra Media de Tokien, Terramar de Ursula K. Le Guin, y Westeros de J. R. R. Martin. Muchos de los mapas de estas tierras fantásticas son hechos por aficionados, pero la necesidad y el interés por la Geoficción han llevado a empresas como ProFantasy Software a desarrollar programas computacionales para esta labor. No obstante, todos los que hemos hecho Geoficción empezamos con un lápiz y un pedazo de papel.

La segunda definición fue acuñada por el geógrafo francés Alain Musset, quien ha estudiado tanto lugares reales como lugares ficticios a partir de la Geografía Social. Uno de sus principales estudios es “Entre la ciencia ficción y las ciencias sociales, el lado oscuro de la ciudades americanas”, donde hace una comparación de ciudades latinoamericanas, principalmente las localidades fronterizas entre México y Estados Unidos, con ciudades ficticias como Corruscant de la saga Star Wars.
La Geoficción es pues otra forma de crear y enriquecer los múltiples universos de Ciencia Ficción y Fantasía que existen, es otra forma de arte plástico que si bien requiere de un bagaje teórico básico en geografía, cartografía y topografía, a fin de mantener una coherencia lógica en los mapas, también necesita de la misma creatividad e inspiración de las que hace uso cualquier artista.

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