Un episodio a la semana

El formato de la televisión, y sobre todo de las series, nos ha acostumbrado a esperar un nuevo capítulo cada semana, aunque para mí nunca ha sido así realmente, pues pocas son las series que he tenido que ver de esa forma. Generalmente cuando alguna serie infantil llegaba a México en los años noventa o principios de siglo, lo hacía con algunos o varios años de retraso, por lo que podían transmitir varios capítulos a la semana, al menos uno diario. Aunque eso implicaba que repitieran las temporadas cuando estas llegaban a su fin o cuando no tenían más capítulos disponibles haciéndonos ver toda la serie desde el principio. Así nos pasó con Dragon Ball, Pokemon y Digimon innumerables veces.

Aunque tener que ver la serie desde el principio no es lo mismo que ver un capítulo a la semana y luego, cuando la temporada termine esperar un año para ver capítulos nuevos. Con los nuevos servicios de Streaming eso parecía haberse acabado, pero algunas series las han estrenado así, como para tratar de que el público más tradicional no se sienta fuera de lugar y su experiencia como espectador sea similar a lo que la televisión le proporcionaba (aunque en realidad es para que tengan que pagar al menos un par de meses por su servicio mientras terminan de ver la serie, pues si liberan toda la temporada podrían terminar del verla dentro del mes de promoción). Yo en lo personal prefiero tener toda la serie con todas las temporadas a mi disposición, pues de otra forma le pierdo el hilo a la historia. Serie como The Oficce US, How I Meet Your Mother, entre otras, las pude ver de corrido en brutales maratones que duraban varias horas al día. Otras las he tenido que ver en maratones anuales, cada que una nueva temporada se entrena. Como en el caso de House of Cards, Unbreakable Kimmy Schmidt u Orange is the New Black.

Ver un maratón anual todavía es aceptable para mí, pero lo de esperar una semana para el siguiente capítulo no es algo a lo que me quiera acostumbrar, y eso es algo de lo que me acabo de dar cuenta estas semanas en las que he seguido el estreno de la nueva temporada de My Hero Academia por Crunchyroll. Hay muchas series de las que no he hablado porque francamente prefiero esperar a que terminen por completo para ver toda la serie y no estar comentando por partes. Cuando Game of Thrones se estrenó pasaron tres años para que empezara a leer el libro, luego de leerlo compré la primera temporada y pasó otro año para que me decidiera a ver, cuando por fin empecé a ver la serie ya estaban en la temporada 5, por lo que pude disfrutar y entender la amplia historia sin problemas.

Ahora bien, desde que me puse al corriente con Game of Thornes  tuve que esperar un año para ver las siguientes entregas y aún más para esta última temporada (para el momento que escribo esto aún no he visto la temporada final), pues me espero hasta que sale el DVD para verla pues no tengo HBO (y no, no la pienso ver por Internet). Ver la serie de esa forma me hizo olvidar muchas cosas y es justo lo que me está pasando con My Hero Academia, ver un capítulo semanal le quita mucha emoción. Sé que mucha gente disfruta de su capítulo semanal y les emociona que llegue ese día, pero yo en lo personal prefiero tener a mi disposición la obra completa y verla de corrido aunque sea extenuante.

La única serie que sí he visto en dosificación semanal y que incluso logré disfrutar fue Better Call Saul, pero fuera de ella no recuerdo haber disfrutado de otra, incluso creo que prefiero que repitan la temporada todo el año hasta que se estrenen los nuevo capítulos que no tener nada por tantos meses. En series como Malcolm el de en medio para nada era un desperdicio ver los capítulos viejos porque son muy divertidos, aun cuando ya te los supieras de memoria.

Las nuevas formas para distribuir el contenido audiovisual están cambiando los hábitos de consumo y afortunadamente ahora la oferta es tan amplia y variada que tenemos para todos los gustos, tenemos serie que cuando se estrenan liberan todos los capítulos de la temporada y otras con periodicidad semanal. Y un fenómeno similar ocurre con las sagas cinematográficas, aunque el formato tradicional del cine (visto en el cine) implica esperar un año para ver la siguiente parte y eso (paradójicamente) no me molesta como con la series de televisión.

Orange is the New Black

Esta no va a ser la acostumbrada reseña de una serie, de hecho sólo me voy a enfocar en hablar de la séptima y última temporada de Orange is the New Black. No había querido hablar antes pues esta era una de esas series que veía para pasar el rato sin prestar demasiada atención a la trama, la típica serie que puedes dejar reproduciendo mientras vas al baño o por algo de comer, pero la temporada final dio un vuelco radical (bueno, tal vez no tan radical) al estilo cómico con el que empezó, para mostrarnos una versión más cruda y visceral de la realidad de la vida en prisión y fuera de ella.

La serie inicia contándonos las peripecias de Piper Chapman en prisión y todas las cosas a las que se debe enfrentar para sobrevivir tras las rejas, el contrabando de droga y objetos dentro de la cárcel, la violencia e intimidación de otras reclusas, el deficiente sistema judicial y el deplorable trato de los custodios hacia ellas. Sin embargo, pronto Piper deja de ser la protagonista y el peso de la trama se reparte entre las diferentes reclusas, de las cuales cada una tiene un momento protagónico a lo largo de las siete temporadas, algunas cambian mucho y otras se mantienen más o menos igual.

En esta última temporada personalmente creo que el personaje de Piper, ya está de más, pues los momentos más flojos son cuando ella aparece. Sabemos que es la protagonista pero el peso que tiene en la historia se diluye completamente cuando vemos lo que el resto de sus compañeras tienen que enfrentar, sobre todo tomando en cuenta que tienen que darles un cierre a todas ellas pues es la temporada final.

Algo que me gustó mucho es que para este momento, reclusas que en un principio no tenían tanto protagonismo son las más importantes, Suzanne, Doggett, Taystee, Caputo, Blanca y Maritza tienen los papeles más desgarradores. Si bien la historia se centra en las mujeres y los hombres son mostrados como los violentadores ya sea por ser las parejas de las reclusas o los custodios, hay uno entre todos ellos que merece el respeto de la audiencia por la forma en que su personaje creció a lo largo de la serie y ese es el de Joe Caputo, quien pasó de ser el despreciable subdirector de la penitenciaria de Litchfield es el único de todos los hombres que tiene un genuino interés por ayudar a las personas. Honestamente creo que es un personaje infravalorado.

La razón por la que la séptima temporada es tan buena es por abandonar la comedia con la que empezó en las primeras temporadas, donde la vida en la prisión era retratada da forma chusca y divertida. En las temporadas 4 a 6 la serie tiene una caída pues pareciera que la historia se hace rebuscada para alargarla, pero esta temporada final deja los cambios drásticos de las temporadas anteriores y la comedia de las primeras tres temporadas para mostrarnos algo realmente crudo.

Esta es la primera temporada en la que uno como espectador puede sentir lo horrible que debe ser la vida en prisión. Salvo en el capítulo final donde algunas (muy pocas) reclusas tienen un final ligeramente feliz, la mayoría afronta brutales momentos de desesperanza que llegan a ser incluso desgarradores, y es esa diferencia con las temporadas anteriores lo que la hace tan buena.

Ahora, como latino, específicamente mexicano, el tema obligado del que debemos hablar y el más fuerte de todos es el relacionado con la migración. Desde el inicio de la administración de Trump el tema de los inmigrantes en Estados Unidos ha sido uno de los tópicos esenciales, al grado de que han generado una elevada violencia en contra de ellos, principalmente de los latinos como se ha podido constatar en los más reciente tiroteos. No obstante a la xenofobia y el racismo inherente a la sociedad estadounidense, la forma en que retienen a los inmigrantes es totalmente inhumana, los aíslan, no les dan oportunidades para defenderse y separan a padres de sus hijos.

En la serie Blanca y Maritza son llevadas a un centro de retención para inmigrantes, donde conocen a una mujer que está haciendo todo lo posible para regresar con sus hijos, y esa es justamente la realidad de muchas madres y padres que son apresados y repatriados a sus países de origen, quedando separados de sus hijos quienes permanecen en los Estados Unidos por el hecho de haber nacido allí, pero completamente solos sin su familia. Diane Guerrero quien interpreta a Maritza sufrió justamente eso a la edad de 14 años cuando fue separada de sus padres al ser deportados a Colombia.

La denuncia que la serie hace sobre este fenómeno social es muy fuerte, tanto que quizás el momento más dramático de toda la serie no es uno donde una reclusa muere de sobredosis o es golpeada por los guardias, que no son casos menores, sino cuando un grupo de niños que apenas saben hablar y aún no entienden lo que pasa son llevados a la corte para ser juzgados como criminales por el simple hecho de no haber nacido en ese país. Considero que abordar un tema tan actual, pese a que el problema ya tiene muchas décadas, fue un gran acierto por parte de la producción.

El final que le dan a muchas reclusas es sumamente dramático, algunas mueren, otras terminan mentalmente muy mal y pierden toda oportunidad y voluntad por seguir adelante. La madre que vemos luchar por la custodia de sus hijos trata de cruzar como ilegal de nuevo para estar con ellos. Y aunque algunas de ellas mejoran un poco su vida o logran salir libres, descubren que la vida afuera es tanto o más difícil que estar encerradas. Para nadie es nuevo el hecho de que el sistema judicial no reforma a las personas, por el contrario las corrompe y termina por arruinar sus vidas y las de sus familias, por eso muchos de los reclusos suelen reincidir una vez afuera. La serie tiene un inicio ligero y hasta divertido, con temporadas malas como pasa en muchas series y un final muy digno y fuerte que vale totalmente la pena ver.