Título Original: Unbreakable Kimmy Schmidt.
Género(s): Comedia, Sitcom, Chick Flick.
Creador: Tina Fey y Robert Carlock.
Producción: Little Stranger, Inc., Bevel Gears, 3 Arts Entertainment, Universal Television.
Emisión: 2015.
Duración: 1 temporada [on-going].
Extras: –
Parece que el mercado del streaming va creciendo día con día, como prueba de ello tenemos el hecho de que cada vez más series se estrenan a través de esos medios virtuales de distribución, Unbreakable Kimmy Schmidt es otro ejemplo de una estupenda serie de comedia que tiene a bien emitirse por el portal de Netflix.
La serie es hilarante en todo sentido, la calidad y el estilo de su humor son impecables, aunque no tan populares para el público mexicano acostumbrado al humor alburero y de pastelazo. El tipo de comedia es muy ácido y sarcástico, con un humor muy negro e irónico que se burla tanto de los homosexuales, como de los ricos, de la gente de provincia o de la policía, e incluso de los cultos religiosos. Aprovecha el estereotipo de cada minoría racial, étnica y sexual y genera momentos tan cómicos que uno se parte de risa, incluso por momentos se llegan a burlar de temas políticamente incorrectos que son un deleite para quienes gustamos del Stand-up Comedy gringo.
La serie tiene una producción impecable y su calidad es altísima en todo sentido. Las actuaciones son fabulosas y la comedia de los actores es sobresaliente, sobre todo Ellie Kemper, quien tiene el papel principal y a quien ya hemos tenido la oportunidad de ver en otras geniales producciones como The Office, que tampoco maneja un humor del todo digerible para el tropicalizado gusto de los latinos.
La serie aprovecha la diversidad sexual, racial y étnica que permea la cultura estadounidense, pues prácticamente cada personaje encarna un estereotipo o dos; tenemos al negro gay, a la judía de dudosa reputación, a la pelirroja, al inútil policía consumidor de heroína, al asiático inmigrante ilegal, a los fanáticos religiosos, a la nativa americana que se hace pasar por dama de sociedad y a un montón de mexicanos trabajando en la servidumbre. Todos esos clichés sociales que fácilmente se prestan para el racismo, la homofobia, la xenofobia y numerosos problemas más son tratados de tal manera que lo que terminamos por ver en pantalla es una comedia muy innovadora.
La historia gira en torno a Kimmy Schmidt, una chica de 29 años que fue rescatada junto a otras tres mujeres —conocidas como las mujeres topo de Indiana— luego de ser secuestrada por el reverendo Richards, un fanático religioso que las engañó haciéndoles creer que se acercaba el apocalipsis, mentira gracias a la cual las mantuvo capturadas en un bunker por quince años.
Luego de pasar su adolescencia y juventud encerrada, Kimmy decide dejar sus malos recuerdos atrás y se muda a Nueva York para empezar una vida nueva, pero todos esos años bajo tierra le hacen difícil adaptarse al nuevo y vertiginoso mundo moderno, lo que la lleva a vivir graciosas desventuras en compañía de Titus, un afroamericano gay con quien comparte apartamento. A lo largo de los capítulos veremos los intentos de Kimmy por ser una mujer normal y tratar de dejar su tortuoso pasado en el olvido.
Además de la comedia, la serie tiene muchísimas referencias a la cultura pop, como fenómenos de internet, videos virales, otras series de televisión e incluso el propio portal de Netflix. Muchas de ellas son algo difíciles de percibir pero resultan un toque muy adecuado para una serie que juguetea con los problemas de la vida moderna.
El punto final que me gustaría abordar es el papel de la mujer. En primera tenemos que la historia parte de un grupo de mujeres secuestradas, nuestra protagonista es mujer y sus coprotagonistas también lo son, básicamente el único hombre que tiene un papel relevante, al menos en esta primera temporada, es Titus, que es gay. Es genial ver una serie de este tipo de comedia movida prácticamente por mujeres pues, salvo por Ellen Degeneres, pocas son las féminas que dominan este estilo de comedia con tanta maestría como las que vemos aquí, aunque no puedo dejar de pensar que Tina Fey haya querido meter ciertos tintes feministas.
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