Advertencia: Spoilers de la película Moon.
En la película Cyberpunk por excelencia, Balde Runner de Ridley Scott, tenemos unos personajes que en apariencia lucen como humanos pero no lo son, los replicantes. De acuerdo con la película, los replicantes son seres creados artificialmente con capacidades superiores a las humanas, por lo que son utilizados para trabajos pesados en planetas hostiles. Por su parte, en el filme Moon (Duncan Jones, 2009), el personaje principal, Sam Bell, es un clon, diseñado para trabajar en la luna durante tres años, tiempo tras el cual será remplazada por otro clon y así eternamente.
Los clones de Blade Runner y Moon fueron diseñados para una labor determinada y en el caso de Moon, Sam fue dotado con la memoria del Sam Bell original. La idea es que si cada clon de Sam tiene la misma memoria realizará el trabajo tal como lo hizo el primer Sam. Pero el otorgarles recuerdos también responde a otra necesidad por parte de la empresa que los creó, pues al tener recuerdos no tiene idea de que son clones y eso garantiza un perfecto sistema de control. Los distintos clones de Sam incluso platican con su esposa e hija, pero dichas charlas no son más que grabaciones, como todo el contacto que reciben.

Moon se inspira en cuanto a escenarios de Alien (Ridley Scott, 1979), de 2001: A Space Odyssey (Stanley Cubrick, 1968) retoma la figura de la inteligencia artificial, sólo que a diferencia del Hal-9000, Gerty no se vuelve loco ni atenta contra Sam, al contrario, cuando los dos clones de Sam se encuentra, Gerty los ayuda, les cuenta todo lo que sabe e incluso deja que le borren la memoria para que uno de ellos pueda escapar y regresar a la Tierra. Pero es de Blade Runner de donde extrae su principal elemento, la clonación. Los clones de Moon se basan enteramente en los replicantes de Ridley, en primera porque tienen una vida útil de tres años, luego de los cuales mueren por causas “naturales”, similar a lo que acurre con los replicantes.
Pero aquí es donde surge una interrogante, ¿Por qué usar clones (seres biológicos) en lugar de usar robots (seres enteramente artificiales)? y más importante aún ¿qué tan humanos son y qué tantos derechos tienen estos entes biológicos creados artificialmente? Después de todo, nacidos de manera natural o en un laboratorio, están vivos y siente, justo como nosotros. Al final de Moon vemos que las acciones de la Lunar Industries Ltd., compañía para la cual trabajaba Sam, se desploman cuando se hace de conocimiento público el uso de clones para mantener la estación lunar.

Ahora bien, el usar clones humanos con sentimientos implica que esa visceralidad propia de las emociones humanas hará inestable cualquier sistema de control, pero eso no quiere decir que usando robots tendremos un control totalmente asegurado. Por ejemplo, en algunos de los relatos que integran el libro Yo Robot de Asimov, se muestra que son los robot los encargados de trabajar en el espacio, pero la capacidad de elección y raciocinio otorgada por los ingenieros que los fabricaron también los lleva a causar problemas que tienen que ver con el control. Eso mismo pasa con los robots del cortometraje “Ordenes de Interrumpir la Construcción”, dirigido por Katsuhiro Otomo y que integra la compilación conocida como Manie Manie.
No sólo el control de las inteligencias creadas por los humanos, sean robótica u orgánicas, es lo que ha estado a discusión en textos y películas, algo todavía más controversial es la cuestión de los derechos. En la película Armitage III: Dual Matrix, se lleva a cabo una asamblea para decidir si dar o no derechos a los robots. Si la cuestión sobre derechos y robots ya es controversial, la misma cuestión tratándose de clones es una discusión aún más compleja (y ya ni mencionar a la IA). En mi opinión, si un ser tiene inteligencia y está consciente de su existencia e individualidad tiene derecho a tener derechos. Y todas las obras que he mencionado nos invitan a cuestionarnos sobre este tema.