Título Original: Battle: Los Ángeles.
Género(s): Ciencia Ficción, Bélico.
Director: Jonathan Liebesman.
Emisión: 2011.
Duración: 116 minutos.
De entre la enorme variedad del filmes que existen en el mundo del cine de ficción donde una fuerza extraterrestre intenta invadir nuestro planeta y un puñado de soldados luchan para defenderlo, muy pocos filmes logran convencer al público y adentrarlo en la historia más allá de sus escenas de acción, pero al mismo tiempo estas películas buscan únicamente eso, la taquilla fácil y engancharte con trepidantes efectos visuales.
Batalla los Ángeles tiene un poco de ambas: formidables efectos y una historia simple plagada de clichés, pero también tiene algo difícil de definir que nos permite ver más allá del marketing taquillero y profundizar en elementos del género que resultan, hasta cierto punto, un novedoso aporte a la Ciencia Ficción.
La historia gira en torno al sargento Michael Natz (Aaron Eckhart), un veterano Marín con un pasado oscuro que le hizo ganarse el desprecio de su tropa. Natz ha decidido renunciar, pero antes de que sea oficialmente cesado un extraño evento toma lugar en la costa de California, extraños meteoritos cae por todo el globo sobre las ciudades más importantes. Con este preámbulo es fácil inferir qué pasará luego, Natz comandará su tropa, se ganará su afecto y juntos derrotarán, con alguno que otro sacrificio heroico, a los extraterrestres, porque es obvio que esos meteoritos son naves espaciales. Y en efecto, todo ocurre de esa manera.
Una ventaja en el arranque de esta predecible historia es que te pone casi al instante en el campo de batalla, pues no se trata de un grupo de marines que esperan la invasión, sino de uno que entran a rescatar civiles rezagados luego de que la ciudad cayera a manos de los recién llegados. Es decir, se entra de lleno en la acción sin discutir ni explicar, al menos de momento, las intenciones alienígenas. A lo largo del filme un científico, que parece más un presentador de Discovery Channel que un verdadero investigador, explica el porqué de aquella invasión (como si al público no le quedara claro o si quiera le importara), el agua. El vital líquido que cubre gran parte de la superficie terrestre resulta ser el combustible de los bélicos extraterrestres.
Mientras nuestro grupo de marines recorren las calles en busca de sobrevivientes, un contingente de enemigos les cortan el paso, comienzan así larguísimas escenas de acción llenas de disparos y explosiones. Dichas escenas son quizás la joya máxima de esta obra, pues llega un momento en que la acción dura tanto que debe ser cortada por momentos de tensión que simplemente resultan en un pequeño preámbulo para más acción. Sin embargo, no se trata de una lucha encarnizada entre ambos, pues el director hábilmente reúsa el ya olvidado desarrollo del terror setentero, donde el malo aparecía hasta el final y durante la primera mitad, al menos, todo el peso y la tensión dramática caían en los actores.
En efecto, los invasores de otro mundo que vienen por nuestra agua salen muy poco en los primeros 60 o 70 minutos, aparecen sí, pero como simples blancos a distancia que disparan a nuestros héroes. Este manejo incrementa la calidad de actuación y hace lucir a los personajes, pues llega un momento en que parece más una película de cine bélico que una de Ciencia Ficción, aunque en esencia es ambas. Con todos los conflictos armamentistas de los últimos años en los que Estados Unidos se ha visto inmerso, no es de extrañarse que cada vez las obras de temática militar sean más creíbles, y tanto las actuaciones como la parafernalia sean cada vez mejores. Batalla los Ángeles es una buena película bélica y una decente película de Ciencia Ficción, que en su conjunto logran una formidable película palomera para ver por las tardes en la comodidad de tu hogar.
Ni la trama ni una compleja explicación sobre los aliens son el objetivo central del filme, sólo la acción pura y dura lo es. Aunque durante su desarrollo tengamos que chutarnos las personalidades y los conflictos existenciales de cada miembro del escuadrón, cuya cantidad de clichés es inmensa. Tenemos al jefe (Natz) que es un prodigio a quien todos odian porque dejo morir a sus hombres, está la típica latina marimacha, interpretada por la indispensable Michelle Rodríguez, que pone el sabor latino al contingente, aunque de hecho la variedad étnica y racial es un reflejo muy fiel del estado actual de la milicia norteamericana, pues hay negros, asiáticos, latinos por montones y uno que otro blanco.
Además de los estereotipos militares —que hemos tenido que ver desde Depredador, donde sí, un grupo de soldados llenos de testosterona enfrentan extraterrestres— tenemos ciertos excesos un tanto curiosos, como la veterinaria (Bridget Moynahan) que, junto al médico nigeriano que trata de ganarse su nacionalidad, hace una vivisección a un enemigo capturado para saber cómo matarlo. Sorprendentemente es disparándole en donde, haciendo un símil con la anatomía humana, debiera esta su corazón. No faltan las muertes heroicas donde un soldado herido decide sacrificarse para salvar al resto, o el padre, latino por cierto, que muere salvado a su hijo. Estos civiles rescatados se convierten en un lastre para el contingente, pero funcionan muy bien como un elemento que empuja la historia hacia delante, generando peripecias que entorpecen el avance de la tropa y la obligan a enfrentar nuevos peligros, que logran solventar por las genialidades de su líder. Al final los militares que sobreviven descubren una forma para vencer, de un jalón, a todos los malos, para ello deberán destruir su sistema de comunicaciones.
Si bien es una película para pasar el rato, tenemos dos temas muy rescatables que nos permiten profundizar en la estrecha relación que la Ciencia Ficción tiene los problemas sociales. La primera es el tema de la colonización, que como ocurrió con las invasiones europeas al resto del mundo, tienen la intención de obtener recursos aún a costa de la población nativa. Ver una invasión extraterrestre desde el punto de vista antropológico, aunque sea sólo en un diálogo de toda la película, nos da juego para hablar y teorizar sobre lo que pasaría si eso ocurriera de verdad, pues una cosa es enfrentar humanos con mejores armas y otra alienígenas con rayos laser.
El otro tema es lo que yo he denominado como “el cameo latino”, pues si han prestado atención, en básicamente todas las obras de Ciencia Ficción (literarias, plásticas o audiovisuales) no existe Latinoamérica más que como simple mención fugaz. En este filme es lo mismo, pero la gran cantidad de latinos que viven en Estados Unidos está impactando tanto es su sociedad que es, actualmente, casi imposible no tener esa presencia latinoamericana en cualquier película gringa, porque, lo quieran o no, somos una realidad, muchas veces molesta, para su país. Y si bien Latinoamérica no existe en la Ciencia Ficción, salvo en la que se hace en nuestra parte del continente, que es muy poca, el peso que tiene nuestra comunidad en el vecino país del norte termina por hacerla presente aunque sea de forma involuntaria.
Uno de los detalles mas curiosos de la pelicula es que Michele Rodriguez sobrevive para ver los creditos.
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Es cierto, de las pocas donde no muere.
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Creo que es solo entretenida, y tienes razón AL no existe tal vez ellos crean que en el futuro América sea solo los EU; Un tema interesante sobre los alienigenas es que normalmente surgen en países colonialistas, es decir no atacan Bangladesh u otro país similar, creo que la ciencia ficción es una especie de catarsis de los países imperialistas tal como los alemanes y su cine nazi, una afirmación que me gusto mucho de michio kaku es que según el los extraterrestres son meras analogías del comportamiento humano y no reflejaban ninguna clase de comportamiento animal solo el llamado instinto humano, que solo quería apoderarse de nuevos territorios o recursos, la verdad es que michio tiene toda la razón excepto tal vez por alien de Ridley que es un enemigo con el que no puedes negociar el solo es una epidemia.
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Muy cierto, aunque no todos todo los extraterrestre son la extrapolación de los países imperialista (por no decir europeos y USA), algunos son la extrapolación de la población nativa (como en Avatar o el Viaje a la Luna de G. Melies), y claro el Xenomorfo creado por H. G. Giger para la saga Alien, que sin duda rompió paradigmas que permitieron la creación de otros extraterrestres bélicos con lo que no se puede razonar como los Tiranidos de Warhammer 40k y que Orson Scott Card clasifica como «Varelse» de acuerdo a su Jerarquía de Exclusión creada para el Juego de Ender.
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