Título Original: 東京ゴッドファーザーズ (Tōkyō Goddofāzāzu).
Género(s): Drama, Comedia.
Director: Satoshi Kon.
Estudio: Madhouse.
Emisión: 2003.
Duración: 92 minutos.
Extras: –
No hay mejor recomendación para ver en esta época navideña que la tercera película dirigida por Satoshi Kon, Tokyo Godfathers es sin duda una oda a ese espíritu navideño que lamentablemente se ha estado perdiendo en la sociedad. Y no me refiero al mensaje espiritual que el cristianismo se ha empeñado en mantener en la mente de sus feligreses, sino a valores morales y ético que deberían estar de manera natural en la mente de todas las personas, pero que lamentablemente no lo están.
El filme tiene una calidad formidable, con escenario llenos de elementos bien detallados como generalmente ocurre en las obras de Satoshi. La construcción urbana es muy buena y el diseño de personajes es igualmente fabuloso, propia de su director, quien nos ha acostumbrado a personajes entrañables y muy profundos con un pasado lleno de problemas y una complejidad mental que muy poco directores logran. La música es igualmente buena y logra una interesante atmósfera urbano-navideña algo nostálgica.
La historia gira en torno a tres vagabundos, Miyuki, una adolescente que huyó de su casa luego de apuñalar a su padre, Gin, un hombre maduro que perdió a su familia por el alcohol y las apuestas, y Hana, un travesti homosexual que se tiró a la perdición luego de que el amor de su vida muriera. Los tres inigualables personajes han conformado una interesante familia compuesta y se apoyan para lograr sobrevivir en las frías calles de Tokio, donde además de sufrir las carencias propias de su condición, tienen que enfrentar la indiferencia, el odio e incluso la violencia del resto de ciudadanos.
Su vida toma un giro radical cuando en la víspera de la noche buena encuentran a un bebé abandonado en la basura. Rápidamente Miyuki y Gin deciden que lo mejor es dejarlo con la policía, pero Hana se niega diciendo que es un milagro navideño, pues ella siempre quiso ser madre, además de que no permitirá que el bebé tenga la misma infancia que ella, pasando de un orfanato a otro. Hana nombra al bebé Kiyoko, sin embargo, termina por entender que lo mejor es regresar a la bebita con sus padres.
A partir de ese momento la historia es un giro argumental tras otro en la búsqueda por encontrar a la familia de la niña. En su travesía los tres vagabundos enfrentarán largas caminatas bajo la nieve, rescatarán al jefe de la mafia, sufrirán secuestros y presenciarán asesinatos, sin olvidar los numerosos accidentes que sufrirán, de los cuales se salvarán por pura suerte, o quizás por la gracia divina de los milagros navideños. Además de su singular aventura, conoceremos el pasado de cada uno de los personajes y los crudos eventos que los llevaron a terminar en las calles.
La obra es una comedia sin lugar a dudas, pero el trasfondo en un brutal drama tan crudo como la vida misma. Satoshi Kon logró que la obra se desarrollara de una forma amena e incluso graciosa, pero al mismo tiempo, la maestría de este grandioso director hace que veamos un Tokio que rara vez es retratado en el cine o la televisión, el duro mundo de la gente sin hogar, que a pesar de tener que hurgar entre la basura por algo de comida, no dejan de ser gente con buen corazón, cosa que no ocurre con muchos de los personajes que están en mejores condiciones que ellos.
Las obras de Satoshi siempre han retratado la parte oscura de la sociedad japonesa, la locura, la violencia contra la mujer, la ilegalidad que abarrota las calles entre muchos otros problemas de los que pocas veces se habla, y que no son endémicos de Japón, aunque se presentan de forma muy singular en ese país. Aquí vemos lo mismo, la locura de una mujer, la violencia familiar, los ajustes de cuentas entre pandillas, el odio irracional de las nuevas generaciones y, el mayor problema de todos, la indiferencia de las personas ante los problemas de sus semejantes.
A pesar de que Tokyo Godfathers es la película más ligera, cómica, emotiva y feliz de Satoshi, no deja de presentarnos esa interesante área oscura de la sociedad, donde los jóvenes golpean vagabundos viejos por diversión y las señoras del vecindario se limitan a juzgar a prójimo sin la menor pisca de empatía. No obstante, los reveces que sufren nuestros personajes, por muy duros que sean, los van llevando por un camino que al final converge en un desenlace feliz. Y es que, a pesar de todo lo malo en el mundo, siempre podremos encontrar razones para sonreír.
Un aspecto a destacar que he podido ver en obras de anime sólo en muy contadas ocasiones en la presencia de personajes latinos. En una escena vemos a Miyuki llegar hasta un peligroso barrio donde vive una familia de latinos. Lo mejor de esta escena no es el perfecto retrato de la cultura latinoamericana, que afortunadamente nunca cae en el cliché, sino el hecho de que los personajes hablan español, tal cual.
Otro elemento formidable que conviene destacar, sobre todo en nuestro país y en estos momentos, es el personaje de Hana, pues no es para nada común tener un protagonista homosexual, travesti y que además fue Drag Queen en sus buenos tiempos. En estos días donde la familia tradicional, como lo marca la Iglesia católica, es ya una minoría en la realidad de la diversidad humana, Tokyo Godfathers se convierte en un estandarte perfecto para demostrar que una familia compuesta, como la de este peculiar trio, puede ser igualmente buena para lo que se supone debe servir una familia: cuidar de los suyos. Y lo mejor es que Hana, el vagabundo maricón, resulta ser el personaje con los mejores sentimientos y las intenciones más nobles, sin olvidar que es el más culto, letrado y religioso de todos.