El Making of de Coraline

Nunca he sido un gran apasionado del Stop Motion, de hecho era de las técnicas que menos me gustaban, sin embargo, tuve la oportunidad de ver el Making of de Coraline y ahora entiendo por qué le apasiona tanto a algunas personas. Desde el punto de vista artístico, el Stop Motion es la técnica de animación que más retos representa, pues no sólo basta con tener una buena historia con un gran desarrollo, sino que —además del talento y mucha paciencia— se requiere de un gran ingenio para lograr crear miniaturas inmóviles y, literalmente, darle vida a una imagen estática. El Stop Motion representa la base original del cine, una secuencia de imágenes que dan la apariencia de movimiento (24 cuadros por segundo). Por esta razón me decidí a hablar un poco sobre este tema, pese a que no soy un gran conocedor del mismo.

Inspiración y preparación artística. La dirección de arte es de los elementos fundamentales para cualquier animación, pero principalmente para una cuyos actores son pequeñas marionetas que interactúan en pequeños escenarios. Coraline basó sus personajes en el estilo retro de las obras del japonés Tadahiro Uesugi, quien inspira sus obras en los carteles promocionales clásico de los años 50 y 60 en Estados Unidos; lo que Henry Selick (director del filme) buscaba era alejarse de estilo convencional americano.

Diseño de personajes. La animación se caracteriza por tener la facilidad para presentar una inmensa gama de personajes, los cuales generalmente difieren en mucho de las personas reales, pues según las palabras del propio Selick: “un peligro en la animación es hacer personajes tan realistas que se acerquen a lo humano. A la gente no le gusta, por lo que se debe elegir un estilo propio y exagerar algunos rasgos”. Muchas veces pensamos que está de más crear personajes extraños y un tanto deformes, pero debemos recordar que crear copias de la realidad es limitar la creatividad. Ya lo dice la frase: el peor enemigo de la creatividad es el buen gusto.

La construcción de marionetas. El trabajo más arduo en la preproducción de un Stop Motion es la fabricación de marionetas. Para la construcción de éstas los realizadores de Coraline crearon un esqueleto resistente pero con movilidad, sobre el cual pusieron una piel de silicón para dar una textura más realista y que al mismo tiempo pudiera moldearse de acuerdo a las necesidades de cada escena. Para ampliar el rango de expresiones, la cara (ojos, boca y rostro) se controló por separado, de esta forma sólo debían sustituir una parte al momento de cambiar de expresión. Las manos y el cabello fueron otros aspectos de gran dificultad, pues debían crear manos anatómicamente perfectas pero amoldadas a la escala del cuerpo, mientras que el cabello requirió del trabajo de especialistas, pues en ocasiones debía manipularse cada cabello por separado o todo en conjunto.

Vestuario. Como las marionetas no son simples muñecos, sino son actores, se necesitó fabricar su propio vestuario. Todo el vestuario de Coraline está hecho y diseñado a mano, para realizarlo se usaron instrumentos quirúrgicos que facilitaran el manejo de piezas tan pequeñas. La misma Dakota Fanning (voz de Coraline en inglés) describe perfectamente el vestuario cuando dice: “es ropa real pero pequeñita”.

Actores y Marionetas. Si bien son las marionetas quienes aparecen en pantalla, son los animadores quienes les dan vida, pues como dijo Henry Selick: “el Stop Motion es de hecho la actuación directa del animador a través de la marioneta”. Así que cuando vemos una obra de este tipo, en realidad vemos toda la expresividad del animador, sólo que a través de un pequeño muñeco.

Ambientación. Lograr mostrar elementos naturales que poseen movilidad por sí mismos y son efímeros, es de lo más complicado cuando nos referimos a este tipo de técnicas. En Coraline podemos ver lluvia y niebla, que si bien pueden ser creadas por computadora, Selick prefirió encargar esa tarea a un equipo especial con el fin de no usar elementos simulados, para ello tuvieron que hacer una especie de collage en el que insertaron diferentes tomas de niebla, algunas hecha con humo, otra con hielo seco y otra con algodón, para crear el efecto de movilidad, ya que ni el agua ni el vapor pueden quedarse estático.

Visión estereoscópica. Quizás algo que muy pocos espectadores notamos es el manejo de cámara en una animación, pensamos que esta es hecha en específico para verse desde determinado ángulo, sin embargo, esto no es así, y mucho menos en un Stop Motion, en donde además de cuidar las tomas se debe cuidar la escala para evitar que el público se sienta como un gigante que observa la escena desde lejos, todo debe guardar una perfecta correspondencia. Para obtener un buen resultado, los realizadores de Coraline optaron por usar una visión estereoscópica, justo como la de nuestros ojos. Para logara esto, cada toma se compuso de dos fotografías, en las que ambas veían lo mismo pero con una ligera diferencia, esto ayudó a dar una perspectiva de tercera dimensión.

Como podemos observar, el trabajo que requiere una animación de este tipo es inmensamente arduo y metódico, incluso podríamos pensar que desesperante, pero al adentrarnos un poco en su proceso de producción, podemos valorar más a quienes se dedican a ello. Yo en lo personal ni siquiera se dibujar, mucho menos hacer una escultura, pero admiro a quienes tienen la capacidad de crear algo así; creo que por eso me dedico a reseñar y no a animar.

Coraline

Título Original: Coraline.
Género(s): Fantasía, Sobrenatural.
Director: Henry Selick.
Estudio: Laika Entertainment y Pandemonium LLC.
Emisión: Febrero 2009.
Duración: 100 minutos.
Extras: –

Basada en la novela homónima de Neil Gaiman, quien ha participado en la adaptación de algunas obras de anime, como la Princesa Mononoke, Coraline es uno de los largometrajes de animación más recientes y exitosos que hacen uso de la técnica del Stop Motion, pues además de su historia, su calidad técnica es sorprendente y asombrará tanto a quienes son seguidores de este estilo de animación como a quienes no lo son.

La calidad de este filme es impresionante, desde la construcción de escenarios y personajes, hasta la fabricación de la indumentaria (ropa y accesorios) y la banda sonora. La historia es buena y muy consistente, pero lo que realmente resulta atractivo es imaginar todo el proceso de producción, ya que la cantidad de detalles que presenta debió requerir un esfuerzo impresionante para lograr que cada elemento se adecuara a la trama, sobre todo si consideramos que es una obra hecha cuadro por cuadro.

La intención de presentar un mundo obscuro y una historia sobrenatural dirigida al público infantil es un gran acierto por parte del estudio Laika, pues es difícil ver obras animadas de terror orientadas a los niños, que al mismo tiempo que llaman su atención y les dejan un bonito mensaje los están educando para consumir cierto tipo de géneros que no son tan reconocidos por los especialistas pero que tiene una importancia fundamental dentro del séptimo arte.

Los escenarios presentan un estilo sombrío que refleja la atmósfera planteada por la novela. Los personajes están muy bien diseñados, tanto en su aspecto físico como en su personalidad. La animación es muy buena, aunque por momentos el ángulo de cámara no logra evitar que nos sintamos como si estuviéramos viendo una maqueta desde lejos. Sin embargo, la animación es fluida y natural, salvo las expresiones faciales, que me parecen algo repetitivas. A pesar de ello, presenta una gran calidad y los pequeños detalles le dan un encanto particular. Finalmente, la música es espectacular, se adecúa perfectamente a la historia y le otorga esa ambientación lúgubre que necesita.

La historia gira en torno a Coraline, una niña de doce años bastante independiente y curiosa, y en ocasiones algo malhumorada y quejosa, quien frecuentemente se siente olvidada por su padres, ya que estos se pasan el día trabajando y no le ponen atención. Después de mudarse a una antigua mansión llamada el Palacio Rosa, Coraline descubre una pequeña puerta, la cual es la entrada a un mundo alterno en donde todo parece ser mejor, sus “otros padres” le prestan atención y sus “otros vecinos” son divertidos y amigables, a diferencia de los que viven en el mundo real.

Poco a poco Coraline se va enamorando de aquel hermoso y perfecto lugar, sin embargo, para permanecer en él debe perder sus ojos y cambiarlos por un par de botones. En ese momento descubre que su “otra madre” es en realidad una bruja que ha capturado las almas de otros niños y a sus verdaderos padres, Coraline tendrá que liberarlos y enfrentarse a la hechicera para poder escapar y regresar al mundo real.

La historia es interesante, muy sólida y muchos de los elementos que usa resultan novedosos, pero tampoco es un aporte radicalmente original a la industria animada, incluso resulta predecible por momentos. Sin embargo, el proceso creativo es otra cosa, pues a pesar de no revolucionar el Stop Motion como tal, su calidad técnica es tan buena que el simple hecho de verla resulta una experiencia visual muy agradable.

Coraline se ha convertido, gracias a su indiscutible calidad, en uno de los nuevos clásicos animados del cine y seguramente es ya una de las mejores obras contemporáneas en Stop Motion. Sus escenarios fantásticos, sus toques de terror, su inmejorable ambientación y sus agradables personajes le permiten competir mano a manos con cualquiera de los títulos animado ya consagrados.