Título Original: Coco.
Género(s): Sobrenatural, Drama, Fantasía.
Director: Adrián Molina y Lee Unkrich.
Estudio: Pixar Animation Studios.
Emisión: 2017.
Duración: 105 minutos.
Extras: –
Desde su estreno, Coco fue una película sumamente galardonada por la crítica y los espectadores, aunque debido al elemento cultural que aborda no escapó a los escándalos, sobre todo cuando se difundió que Disney quería registrar la frase “Día de Muertos” como una marca comercial, entre otras controversias. Pero más allá de los escándalos y la cuestión sobre apropiación cultural, que debo admitir fue lo que me hizo no querer ver la película hasta que de manera fortuita la vi por televisión hace poco más de un mes, es importante destacar la forma en que refleja una de las más importantes tradiciones mexicanas (para mí la más importante y una de las únicas dos tradiciones que realmente me gustan celebrar, junto con el carnaval de mi pueblo).
De la parte técnica no diré mucho. La obra en bellísima visualmente hablando, las recreaciones de los lugares es muy buena y en verdad nos remiten a ese calor de hogar y esencia de pueblo mexicano. Los panteones y las ofrendas están excelentemente detalladas y aunque estas varíen de región en región dentro de México considero que los elementos mostrados por el filme son lo suficientemente universales para que emanen esa esencia mexicana del Día de Muertos. La alusión tanto a los elementos prehispánicos como coloniales es maravillosa y el colorido característico de la celebración está muy bien logrado, sin olvidar la parte mística y mágica propia del folclore y la música que es igualmente buena.
La obra retoma la celebración del Día de Muertos en el pueblo ficticio de Santa Cecilia, inspirado en lugares reales de la región occidente de México, principalmente en el estado de Michoacán. Nuestro personaje principal es Miguel Rivera, un niño amante de la música cuyo mayor sueño es dedicarse a ese arte, sin embargo, la vida de músico es algo terminantemente prohibido en su familia, la cual se ha dedicado por varias generaciones a la confección de zapatos. Viendo la posibilidad de que sus sueños se frustren por la falta de apoyo familiar, Miguel decide desafiar a su familiar y escapa de su casa con rumbo al panteón, donde entra a la tumba de Ernesto de la Cruz, es más grande músico de todos los tiempos.
Creyendo que tiene algún parentesco con De la Cruz, Miguel decide robar la guitarra del mausoleo para poder participar en un concurso de talentos en el pueblo y demostrar que tiene las habilidades musicales para dedicarse a eso. Pero al tocar la guitarra comete una falta de respeto al difunto y es transportado al mundo de los muertos, del que no podrá volver hasta que reciba la bendición de uno de sus familiares. Sin embargo, su tatarabuela y el resto de sus parientes muertos también tratan de evitar que se dedique a la música, sin entender por qué, Miguel va en busca del De la Cruz para recibir la bendición de su parte y consejos para poder seguir su carrera musical. En el transcurso descubrirá cosas sobre su familia y aprenderá que los lazos que nos unen son más importantes que en deseo que querer hacer algo aún a costa de quienes más queremos.
Una de las cosas que más tuvieron en cuenta los productores al momento de realizar la obra fue el buscar la forma de ser lo suficientemente respetuosos de una tradición tan importante para los mexicanos y en mi opinión me parece que lo lograron, pues se muestra un poco de todos los elementos que componen la celebración del Día de Muertos, aunque estos obviamente son distintos en cada región y entre familias. Teniendo en cuenta que siendo la comunidad latina (y principalmente la mexicana) tan numerosa en los Estados Unidos, las muestras de disgusto y los ataques por hacer una película que muestra de mala manera esta tradición tan querida en nuestro país (sobre todo por el significado familiar que conlleva) hubiese sido muy contraproducente para los productores.
Las ofrendas con la comida que más les gustaba a los difuntos, las veladoras, las fotos para recordarlos (en mi casa no acostumbramos poner fotos), las flores de cempasúchil como guía de las almas, el perro xoloitzcuintle como guía en el Mictlán (herencia de la cosmovisión prehispánica), la alusión a los alebrijes (artesanía mexicana), el ir a enflorar al panteón (este año se prohibió hacerlo por la pandemia de Covid-19) entre otras tradiciones particulares de cada pueblo, están perfectamente representada en Coco y no de una forma irrespetuosa, exagerada o irreal, sino bastante acordes a lo que es la celebración real con los esperados y perdonables cambios que una obra de ficción requiere para su guion.
Y puede que a muchos no les agrade que una empresa como Disney o Pixar hagan algo con este tema, pero debemos aceptar que lo hicieron bien. Y lo digo yo, que soy uno de los mayores detractores de cualquier cosa que menosprecie al Día de Muertos, tanto que durante estos años no quise ver la película, pero luego de hacerlo puedo decir que lo hace bien, que es lo suficientemente respetuosa de la tradición y que es lo suficientemente fiel a la cosmovisión que tenemos para celebrar a nuestros muertos con música, fiesta, comida y colores, a diferencia de los modos lúgubres y sombríos que tienen en otros países, y es que si algo nos caracteriza a los mexicanos es, además del picante y los tacos, nuestra forma de actuar ante las desgracias y la forma de afrontar y convivir con la muerte. Un funeral en México implica música y comida, algo que en otras partes del mundo podría ser impensable.
Y si bien la película toma sus licencias en cuanto a la parte fantástica, sí logra representar esa verbena que es el Día de Muertos, con esa mezcla de olores, colores y sabores que caracteriza a dichas fechas donde muerte y fiesta de vuelven sinónimos, donde el cráneo es otro objeto más al que no hay que temer y las calaveras de dulce son degustadas por los niños, mientras los adultos toman chocolate o café de olla para acompañar al delicioso pan de muerto. La muerte pues, es para el mexicano una excusa más para comer y festejar, para convivir con los nuestros, ya sean antepasados o contemporáneos, reunirnos a comer y celebrar es algo tan típicamente mexicano que no importa si ya estamos muertos, lo vamos a poder seguir haciendo mientras haya alguien que año con año nos haga un lugar en su ofenda.
Para el mexicano estar muerto no es un pretexto para volver a festejar y eso lo refleja muy bien la historia, pues quienes ya no tienen a nadie en el mundo de los vivos que los recuerden y les pongan una ofrenda, desaparecen para siempre, mueren de verdad. La muerte verdadera es el olvido y por eso muchos difuntos trataban con desesperación de regresar al mundo terrenal para comer y ver a sus familiares por última vez, antes de que los olvidaran y desaparecieran para siempre. Sólo estarás realmente muerto cuando nadie se acuerde de ti. Y eso pega muy fuerte en la idiosincrasia nacional donde la unión familiar es muy fuerte, donde (más por motivos económicos que otra cosa) las familiar extensas son una constante y los nietos conviven con tíos y primos en la casa de los abuelos, algo que no es tan común en otras culturas, como en Estados Unidos donde los jóvenes se independizas y viven vidas lejos de sus padres y hermanos a quienes sólo ven en navidad.
Este aspecto familiar, además de la ya menciona peculiar visión que tenemos de la muerte, es el elemento más exótico que México aporta al mundo y que ha maravillado a muchos países a raíz de esta película. Razón por la cual era importante que fuese fiel a la tradición y respetuosa de la misma, o de lo contrario habrían generado una idea errónea de lo que es el Día de Muertos en México y lo que significa para nosotros. Y si bien sólo un mexicano puede apreciar y entender por completo todos los simbolismos del filme, no deja de ser algo que pueden resultar atractivo para otras culturas del mundo. Sin duda una bella película sobre una de las tradiciones más importantes para los mexicanos.