Título Original: Whiplash.
Género(s): Drama.
Director: Damien Chazelle.
Emisión: 2014.
Duración: 106 minutos.
Extras: –
Hace unos años estaba estudiando una maestría en docencia y en una de las clases que tomé (la cuál fue mi preferida por cierto) el profesor nos dejó ver varias películas sobre temática escolar, una de ellas fue Temple Grandin, de la cual ya hablé, pero otra que también me gustó mucho fue Whiplash, y de hecho por mucho tiempo creí que ya había escrito de ella hasta que hoy, viéndola como por quinta vez, me di cuenta de que no lo había hecho. Así que aprovechemos la primera reseña del año para hacerlo.
Una de las principales temática sobre el ámbito escolar que la mayoría de las cintas norteamericanas suelen abordar es en relación a la juventud y las nuevas experiencias que vivimos cuando somos estudiantes, pero son pocas las obras comerciales que se centran en los problemas que la búsqueda de nuestras metas pueden provocar a la salud de los jóvenes y todavía menos las que destacan el papel que los profesores podemos llegar a tener en los estudiante a partir de nuestra actitud, más allá de nuestra capacidad profesional o habilidad pedagógica.
La cinta nos narra la odisea de Andrew Neiman por convertirse en uno de los mejores bateristas de Jazz. Para ello primero debe lograr destacar en su escuela, el Conservatorio Shaffer, uno de los más prestigiosos del país. Comprometido con su idea de ser el más grande, dedica muchas horas a practicar arduamente, con el fin de ser notado por el profesor más prestigioso y exigente, Terence Fletcher, el afamado director de orquesta de Studio Band, una banda de Jazz conformada por alumnos y que es reconocida por ganar en cuanto concurso participa.
Adrew es notado por Fletcher e invitado como baterista suplente. Andrew acepta entusiasmado pero pronto descubre que Fletcher es mucho peor de lo que imaginaba, pues si bien su reputación de músico es grande, como profesor explota a sus alumnos hasta el agotamiento y les exige una perfección que alguien de nuevo ingreso como nuestro protagonista no puede lograr. Fletcher insulta y trata de manera déspota y salvaje a sus alumnos bajo la excusa de que busca sacar lo mejor de ellos, pues sin importar los malos tratos, alguien que busque ser excelente no desertara y logrará sus metas a pesar de todo.
Andrew se obsesiona tanto por ganar la titularidad en la banda que abandona todo lo demás, termina con su novia, se pelea con su familia y su relación con su padre se deteriora. Sin embargo, todo es poco con tal de lograr el sueño de ser el mejor baterista de Jazz, así que sin importar el dolor, la presión y desesperación a la que se ve sometido, sigue practicando, a pesar del cansancio y de sus manos sangrantes. Pero un accidente lo lleva a límite y tiene un colapso nervioso luego del cual descubre que son muchos los alumnos que han terminado mal a causa de los poco ortodoxos métodos de motivación de su profesor.
No mencionaré el desenlace como tal pero al final, a pesar de todos los problemas entre ambos, Fletcher y Andrew terminan tocando juntos de una forma algo inesperada. Ahora bien, hay varios puntos que me parece interesante abordar sobre el filme. El primero es qué tan saludable es el obsesionarse tanto por lograr una meta al grado de dejar todo lo demás de lado. Si fracasas y no logras tu meta al final no tendrás nada, ni amigos, ni pareja ni familia que te apoye. Y eso es algo que debemos considerar, sobre todo quienes tienen algún sueño o meta y estén dispuestos a lograrlo sin importar nada, la enseñanza que nos deja la cinta es que no sólo importa llegar al final a pesar de todo el sufrimiento, sino la forma en que llegamos. En un momento Andrew pierde todo y se queda solo pues alejó a las personas que pensó le serían un obstáculo en su camino al éxito.
Otro aspecto que me pareció interesante, sobre todo en estas fechas donde la pandemia nos ha obligado a dar clases en línea, es la ansiedad. Al venir de un sistema escolarizado, la mayoría de estudiantes y profesores tuvieron que adaptarse a marchas forzadas para seguir con las clases, aunque sin mucho éxito. Muchos son los contenido práctico que no se han podido enseñar correctamente y los propios alumnos suelen expresar su frustración por no poder aprender igual, ya sea porque el profesor no logró adaptar sus contenidos a las plataformas electrónicas, por el deficiente acceso a estos servicios y equipos en países tercermundistas como el nuestro o por la falta de un espacio propicio en casa. La ansiedad y el estrés es parte natural de ser estudiante (sobre todo en nivel superior) pero es el profesor quien con su propia personalidad y comportamiento ante el grupo puede exacerbar o acrecentar este sentimiento en los alumnos.
Finalmente, el último punto es la delimitación de esa frontera que separa al buen profesor que, aunque exigente, logra impulsar a sus alumnos a dar más, aprender y crecer (lo cual el profesor complaciente no hacer) del tirano que maltrata a sus alumnos con la excusa de pedirles dar lo mejor de ellos. Es claro que decirles “bien hecho” sin importar que tan bueno haya sido su trabajo está mal, debemos hacerles ver sus errores pero de la forma correcta. Fletcher comprendía esto, pero no lo hacía de una forma adecuada, por el contrario, en la búsqueda de la excelencia terminó por llevar a sus alumnos al límite y frustrar con ello sus sueños.
Ahora bien, no obstante, Fletcher era un profesor comprometido, tanto como para que en la segunda revisión que hice de la película me surgió la idea de, si esa trampa que le tiende al final a Neiman era en realidad eso u otra de sus maquiavélicas estrategias para hacerlo alcanzar la excelencia, lo cual parece que de hecho logra. Y no es que con ello condone el terrible comportamiento que tenía con sus alumnos, pero Adrew alcanza ese nivel final gracias a la constante y brutal presión de su loco profesor. Así que al final es interesante esa interrogante de hasta dónde es adecuado o correcto presionar a los estudiantes. Sin presión no aprenderán, con mucha, se volverán locos.
La película es excelente y no sólo a nivel argumental, pues la parte sonora también es muy buena, algo obvio y esperado tratándose de una historia sobre un músico de Jazz. Muy recomendable si gustan de este género musical. Además, las actuaciones tanto de Miler Teller (Andrew) como de J. K. Simmons (Fletcher) son extraordinarias, pues podemos ver el esfuerzo, el dolor y el sufrimiento al que Andrew se ve sometido al momento de tocar, demostrando que ser músico requiere mucha fuerza y compromiso tanto en lo artístico como en lo físico. Y qué decir de Fletcher, en cuyas expresiones notamos la seriedad y malicia, pero a la vez genialidad, de un músico excelente y de un profesor demente, lo cual de dio un Oscar a Simmons por este filme.