Los veía tan grandes y ahora tengo su edad (la edad de los internos en la primera temporada).
Cuando iba en la preparatoria (2005-2008) iniciaban en la televisión abierta las series. No es que no existieran series antes, sólo que no se concebían como tal, con finales de temporada y una emisión semanal como ahora se acostumbra, además de que los programas (porque en los 90 eran programas y no series) solían emitirse de lunes a viernes y tenían varios años de retraso en comparación con la emisión original en Estados Unidos (porque de allí es de donde casi siempre llegan las series).
Durante la primera década de este siglo las series se volvieron populares en México, La Ley y el Orden: Unidad de Victimas Especiales, Dr. House, Grey’s Anatomy, Dexter o Desperate Housewives fueron algunas de esas primeras series que vi durante mi bachillerato. Antes de Netflix todo se resumía a Televisa con Dr. House y TV Azteca con Grey’s Anatomy; cada televisora tenía una alternativa del mismo tema para la serie de la compañía rival.
En la prepa todos tenían sus series y así como en la primaria las caricaturas era uno de los principales tópicos de conversación, las series también lo fueron. Anatomía según Grey, como se tradujo en México, fue una de las series más vistas por mis contemporáneos y una de mis favoritas, que lamentablemente sufrió ese destino inevitable que sufren las series cuando se continúan por más temporadas de las que deberían. Yo recuerdo haberla visto hasta cuando entran los nuevos internos (la hermana de Meredith) y O’Malley muere.
En esos años lo que me gustaba era un poco el drama, aunque no le prestaba tanta atención, los personajes eran más de diez años mayores que yo y ni sus problemas personales ni laborales me eran familiares. Lo que a mí me gustaba era la acción médica, ver a esos cirujanos en acción salvando vidas, algo que sin duda era emocionante de ver. Los años pasaron y en algún momento alcancé la edad de los protagonistas, sin percatarme de ello empecé a recordar algunas de esas escenas memorables que vi durante mi adolescencia y sentí la necesidad de ver la serie de nuevo, aprovechando que está disponible en Netflix.
Y como me llegó a pasar con Downtown, ver una serie de mi adolescencia ahora como adulto joven me hizo apreciarla de forma distinta, entender mejor los dramas que enfrentan los personajes e identificarme con muchas de las cosas que están viviendo. Sin duda ver Grey’s Anatomy de nuevo, al menos hasta donde la vi originalmente (no me interesó ver toda la serie) fue algo que disfruté más de lo que esperaba. Y es que la serie no es sólo sobre cirujanos creyéndose dioses por salvar vidas, el sobre crecer, sobre madurar y sobre lo difícil que puede ser enfrentar la vida adulta, con las responsabilidades laborales, familiares y de pareja tomando lugar al mismo tiempo y muchas veces en el mismo lugar.
Aquí es donde continuaría hablando de cómo la serie nos muestra la forma en que las personas entran y salen de nuestra vida, modificándola de formas que nunca nos hubiéramos imaginado, justo como le pasó a la serie con la salida de muchos de sus actores, lo que la llevó a modificar la historia y buscar soluciones para quitar a los personajes. También hablaría sobre el drama de la vida o lo estúpidos que somos cuando no hacen lo que deberíamos, a pesar de que (en retrospectiva) era muy obvio lo que debíamos hacer. Otras cosas quedaron pendientes, este ensayo en realidad está incompleto.