Tekkonkinkreet

Título Original: 鉄コン筋クリート (Tekkin konkurito).
Género(s): Seinen, [sui generis].
Director: Michael Arias.
Estudio: Studio 4°C.
Emisión: 2006.
Duración: 111 minutos.
Extras:

Basado en el manga Black & White de Yaiyô Matsumoto y dirigida por el americano más famoso dentro de la industria del anime japonés, Michael Arias, Tekkonkinkreet es un deleite visual impresionante que acompaña una peculiar historia de amor y compañerismo, en una ciudad que lucha por sobrevivir al vertiginoso cambio de nuestro mundo moderno.

El apartado sonoro es glorioso, pues no sólo la música de fondo es buena, sino que cada sonido ambiental está colocado de manera perfecta para lograr situarnos dentro del peculiar entorno urbano en que se desarrolla la historia. Y si bien la música se ve opacada por la complejidad de los escenarios, ésta no desmerece en ningún momento. La animación, por su parte, es algo totalmente delirante y logra concretar ese particular diseño que 4°C imprime en todos sus personajes (rasgos simples, dibujos burdos y personalidad emotiva).

Los escenarios son sin duda el aspecto más sobresaliente del filme, pues su grado de detalle es tan abrumador que por momentos genera algo de contaminación visual (tenemos tantos elementos en pantalla que resulta difícil enfocar nuestra atención correctamente), sin embargo, no deja de ser un goce visual extraordinario lleno de color y movimiento. Además, las tomas ayudan a potenciar la dinámica de los escenarios, haciendo uso de panorámicas, ángulos inclinados, tomas aéreas y travelling circulares.

La historia gira en torno a dos niños huérfanos, Kuro (Negro) y Shiro (Blanco), quienes habitan en el Distrito Tesoro y se hacen llamar Nekos (Gatos). Ambos viven en la calle y se rigen por la ley de la selva, robando y peleando como pandilleros para poder subsistir. Su vida parece tranquila y sin sobresaltos entre hurtos y azoteas, hasta que un día una banda de yakuzas llega al distrito con el fin de imponer sus negocios y tratar de obtener la mayor cantidad de dinero al construir un gigantesco parque de diversiones en el centro de la ciudad. Kuro intentará impedirlo, aunque para ello deba pelear con los mafiosos y separarse de Shiro.

La relación entre los niños pareciera como de hermanos, aunque en realidad no lo son; ambos crearon una simbiosis perfecta para logra sobrevivir en un medio tan hostil para unos chiquillo como lo son las calles. Su vida trascurría saltando de casa en casa, conviviendo con las bandas locales de delincuentes y resultando indiferentes para la mayoría de la población (como ocurre con los indigentes de cualquier ciudad). Shiro representa la inocencia de un ser que se ha mantenido puro en un mundo frio y antipático, mientras que Kuro representa la corrupción y violencia a la que en ocasiones debemos recurrir para resistir en dicho ambiente.

Lo que Tekkonkinkreet trata de mostrarnos es que en todas las ciudades siempre existirán dos polos inseparables —al igual que nuestros protagonistas— pero que mientras mantengamos un balance entre ambos podremos ser felices en cualquier lugar, pues ¿qué tan inocentes podemos mantenernos ante la corrupción de una gran ciudad?

La historia resulta tan simple que pareciera que no tiene realmente un trasfondo profundo, sin embargo, mientras avanza la película y nos adentramos en la mentalidad de los personajes, nos damos cuenta de que la historia no sólo gira en torno a nuestros protagonistas, sino en torno a la ciudad entera, que intenta aferrarse a aquellos pequeños espacios que aún le otorgan la esencia de barrio para no perder el esplendor que tuvo en antaño a causa del alto grado de urbanización propiciado por los yakusas.

Uno de estos yakuzas, el viejo y tradicional Suzuki, nos guía hasta los sitios más bajos del Distrito Tesoro, lugares que en algún momento fueron la cúspide de la ciudad, pero que ahora se encuentran abandonados por el desinterés y la mala fama. El club nudista que frecuenta Suzuki, a pesar de ser un negocio de mala nota, tiene una historia y una importancia social en su vecindario. Y no olvidemos que hay gente que vive de eso, que aprendió y se divirtió en esos lugares, quitarlos significaría acabar con un estilo de vida, vicioso y despreciable tal vez, pero parte indisoluble de la metrópoli.

Toda ciudad termina por corromperse bajo sus propios vicios, los propios yakuzas empiezan a perder su viejo estilo de vida pues la ciudad cambia tan rápido que muchos, como el viejo Suzuki, no logran adaptarse, lo mismo pasa con los demás personajes. Todos, en mayor o menor medida, son una metáfora visual-corpórea de cada elemento citadino, ya sea problema o virtud. Los grandes saltos que pueden darlos los niños, en mi opinión, son una metáfora de la libertad, pues tienen la capacidad de hacer suya a la ciudad por completo, mientras que la frigidez del detective Fujimura alude a la pérdida de asombro, al creer que por vivir en una ciudad lo hemos visto todo. Finalmente, ¿de quién es realmente la ciudad, del habitante que la recorre mecánicamente, del que la evita quedándose en su casa o de quien la camina sin rumbo fijo sólo por el placer de recorrerla?

Antes de concluir quiero hablar sobre el final y el género. El género es algo que me resultó imposible de determinar, realmente Tekkonkinkreet es Sui Géneris. Tiene elementos de ficción, policiacos y gansteriles, y una violencia realmente cruda y directa, sin olvidar el onírico y delirante final que converge en una abstracción mental de Kuro y llega a confundirnos tanto que ya no es posible distinguir que es real dentro de lo que vemos. No digo que el final sea malo, pero tampoco es contundente y deja al espectador pensando sobre cuál fue el verdadero significado de toda la obra.

Finalmente, el filme te hace reflexionar sobre la clase de personas que habitan una ciudad, desde la fría e indiferente gente normal, hasta la humilde y considerada gente de las calles. En otras palabras, Tekkonkinkreet rompe los estereotipos para demostrarnos que dentro de una gran urbe y a pesar de estar rodeados de tanta gente, por lo general vivimos aislados y ajenos al entono que nos rodea. Vemos a nuestra ciudad cambiar, mejorar o llenarse de problemas, pero nos limitamos a quejarnos en lugar se realmente hacer algo por ella.

Quienes vivimos en grandes ciudades, como la Ciudad de México, y más aún en su área conurbada (donde los problemas son mayores), nos identificaremos de manera muy particular con esta película, pues podremos ver más allá del mensaje de dualismo sobre maldad y bondad que dan los chicos y nos adentraremos en la pérdida de los espacios que en algún momento fueron el corazón de nuestra ciudad. Lo que debemos hacer es aprender a reconocer nuestros propios tesoros dentro de ella.

14 respuestas a “Tekkonkinkreet

  1. kinod3rtotten 26 enero, 2015 / 9:15 PM

    :( yo no he sido capaz de encontrarla, no la tienen en ninguna parte, ninguna tienda ni siquiera online

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  2. Ginji 13 abril, 2012 / 10:38 AM

    Como siempre una excelente reseña, tocando todos los puntos de importancia y con una estupenda redacción. Sigue así.

    Sin duda una de mis obras favoritas de 4ºC.

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